Ebook de 73 páginas.
A la venta en
Amazon por 0,99 euros.
(Una novela incluida en la colección: Alien Space)
FANTASÍA / CIENCIA FICCIÓN.
SINOPSIS:
Novela corta de ciencia ficción, space opera ambientada en un futuro cercano que nos invita a entrar en un mundo ficticio, donde la realidad y la fantasía se alternan para describirnos posibles escenarios futuros.
Encerrados en una gigantesca nave, perdidos en las inmensidades del universo, los miembros del turno 38 deberán aplicar todas sus capacidades deductivas para resolver un extraño misterio.
COMIENZA A LEER LOS PRIMEROS CAPÍTULOS:
COMIENZA A LEER LOS PRIMEROS CAPÍTULOS:
ÓRBITA MORTAL:
Asesinato en el
turno 38
CAPÍTULO 1: XENA
De pronto se hizo la luz.
Poco a poco comenzaron a fluir los pensamientos en mi mente. Pensamientos
espesos, lentos, carentes de sentido. No sé cuanto tardé en tener conciencia de
mi misma, pudieron pasar segundos o quizás horas.
Aún tardé más en sentir
la cabeza, tenía los ojos cerrados y sin embargo la luz era cegadora. La boca
estaba reseca, la lengua áspera y entumecida. No podía mover los brazos, las
piernas ni las manos. Recuerdo que fue la lengua, precisamente, lo primero que
moví; algo rasposo rozó mi paladar y sentí dolor.
Quizás aquel dolor fue
como el que siente el neonato al salir del útero materno. Una señal del mundo,
indicándote que estás viva.
Continué bastante tiempo
allí tumbada, en la unidad de vida asistida. Negándome, inconscientemente, a
mover un solo músculo, a volver a la vida, a volver al dolor. Mi mente comenzó
a despejarse, recordé donde estaba. Recordé el proyecto "Dispersión”.
***
El ambicioso proyecto
pretendía extender la vida terrestre al resto de la galaxia. Lanzar semillas de
vida al espacio. La humanidad tenía esa deuda pendiente con la maltrecha
biosfera terrestre. Gaia había apostado muy fuerte por el hombre; el hijo
mimado, que casi había destruido la única vida conocida, estaba destinado a
extenderla fuera de la Tierra.
"Arca de Noé I"
era la primera semilla. La enorme nave fue construida a doscientos mil
kilómetros de Júpiter.
Las presiones de los
movimientos ecologistas y humanistas consiguieron, a finales del siglo XXIII,
que la Confederación se embarcase en una empresa multimillonaria que no iba a
producir beneficios a corto ni a largo plazo.
La nave se cargó con
embriones y huevos de miles de especies animales, con millones de semillas y,
por supuesto, con una dotación humana compuesta por trescientas personas de
ambos sexos y varios miles de embriones que asegurarían una buena dispersión
genética.
Finalmente el "Arca
de Noé I" partió hacia el espacio, hacia Centauria, el segundo planeta de
Alfa Centauri A, nuestra estrella más próxima. Un planeta con vida microbiana en
sus mares, dotado de oxígeno en su atmósfera y con temperaturas bastante
aceptables en su zona ecuatorial. En cien años alcanzaríamos nuestro destino.
Ahora la nave surcaba un
infinito océano de estrellas, a años luz del Sol y también de nuestro destino,
sólo las luces lejanas de la galaxia nos acompañaban en el silencioso viaje. A
nuestro alrededor únicamente estaba el vacío; millones y millones de kilómetros
de vacío casi perfecto en cualquier dirección. Era la soledad perfecta, con
mayúsculas, lo más parecido a flotar en el limbo.
***
Cuando abrí los ojos
apenas pude distinguir la cúpula abierta de mi unidad. Todo estaba en penumbra,
pero a pesar de la oscuridad tuve que permanecer largo rato con los ojos
semicerrados, dolidos por la luz. En mi mano derecha encontré el mando para
inclinar el lecho. Presioné levemente el aparato y lentamente la plataforma
comenzó a incorporarme.
Mientras me erguía
observé el número gravado en mi unidad: "X-38". Era la X de Xena, mi
nombre y el número de mi turno, había llegado el momento. Desde la partida se
habían sucedido treinta y siete turnos de dos años, y ahora nos tocaba al turno
treinta y ocho. Eso significaba que hasta el momento todo había salido bien, ¿o
no?
Debido a la pseudo
gravedad de un cuarto de G, me sobrevino un leve mareo cuando me halle en
posición semi vertical. Al enfocar de nuevo la vista descubrí a mi derecha a
Paul, mi Paul, tendido sobre la placa de su unidad. Él también me vio y me
lanzó una sonrisa, una mueca, como diciendo "¡Hola!". Yo intenté
sonreírle, no sé si lo conseguí. A pesar de su mal aspecto, lo vi guapo, con su
rubia melena totalmente alborotada, algo más larga que cuando partimos, una
barba incipiente, los ojos cansados, pero la mirada alegre. “Te quiero”
pensé, pero de momento me era imposible traducirlo a palabras.
Giré la cabeza
dolorosamente, y pude echar un rápido vistazo a la sala de hibernación de
nuestro turno. El resto del grupo también estaba despertando: Adelaida, la
joven de bello rostro caoba intentaba sentarse sobre el lecho de su unidad de
hibernación, mientras abría y cerraba la boca como si tuviera un gusto amargo,
ella era la pareja de Philip, nuestro jefe de grupo. Mikel, un hombre huesudo y
extremadamente delgado, pero con un rostro amable ya caminaba tambaleante hacia
la unidad de Selma, su pareja, una rubia menuda y exuberante que yacía sobre su
unidad, gesticulando y moviendo con torpeza los miembros. Philip ya se
encontraba incorporado y caminaba hacia mí.
-Hola Xena, ¿Cómo estás?
-Su voz sonó gangosa, yo intenté responder que bien, pero sólo logré emitir un
gruñido.
Philip comprobó mis
constantes vitales en la pantalla lateral de mi unidad. Acto seguido me
comunicó que cuando pudiera me reuniese con él en la mesa de control y se
encaminó hacia Paul.
A pesar de mi estado, no
me fue difícil descubrir la gran inquietud que reflejaba el rostro de Philip.
¿Algo iba mal? No alcanzaba a adivinar que había fallado, pero sentía que algo
horrible debía haber sucedido.
Reuní todas mis fuerzas y
con los músculos agarrotados comencé a caminar hacia la mesa de control. Esta
se hallaba en el otro extremo de la sala, más allá de las unidades de los
turnos treinta y nueve y cuarenta. Di unos pasos tambaleantes y estuve a punto
de caer, pero Paul me sujetó antes por detrás.
-Gracias.
Paul me rodeó con sus
brazos y beso tiernamente mis labios resecos.
-Apóyate en mí. Ha sido
una siesta muy larga, ¿no te parece? He estado setenta y seis años soñando
contigo.
El humor de Paul me hizo
sonreír: Nadie sueña durante la hibernación.
-Espero que no fuese una
pesadilla -respondí.
Nos acercamos a la mesa,
donde ya estaban sentados Philip y Adelaida. Nos incorporamos a la reunión casi
al mismo tiempo que Selma y Mikel, quienes caminaban como zombis hacia
nosotros. Philip esperó a que todos atendiéramos para comenzar a hablar.
-Antes de nada,
enhorabuena a todos y bienvenidos al turno treinta y ocho del "Arca de Noé
I". Según he comprobado llevamos setenta y seis años, tres meses y siete
días de viaje.
-¡Bien! -Interrumpió
Selma, y todos aprovechamos para felicitarnos. Philip permaneció impasible
hasta que el silencio se hizo de nuevo, entonces continuó.
-Supongo que ya os
habréis dado cuenta de que nadie ha venido a recibirnos. Los miembros del grupo
treinta y siete no están aquí.
De pronto recordé qué era
lo que no estaba saliendo según el programa: ¡El turno treinta y siete! ¿Dónde
estaban? Deberían haber supervisado nuestra reanimación. El turno anterior
siempre debía despertar al siguiente antes de volverse a hibernar.
Por la expresión de mis
compañeros descubrí que no era la única que no había reparado en ello. Una fría
tensión nos embargó a todos. Por primera vez tomé conciencia del dilatado lapso
de tiempo que había transcurrido desde nuestra partida. ¿Qué había sucedido
durante aquellos siete largos decenios? ¿Habrían cambiado las normas de
sucesión?
Philip volvió a tomar la
iniciativa, como jefe de grupo a él le competía decidir lo que debíamos hacer.
-Creo que nuestra
prioridad número uno es encontrar al grupo treinta y siete, y descubrir que ha
pasado. Así que nos vamos a dividir en parejas. Xena y Paul, vais a ir a la
sala de hibernación seis para comprobar "in situ" si el turno
anterior está hibernado o despierto. Mikel y Selma, quiero que vayáis a la sala
de comunicaciones y que comprobéis todos los mensajes enviados o recibidos
desde ahora hasta cuando podáis. Adelaida y yo iremos al centro de control,
revisaremos el cuaderno de bitácora y el estado general del sistema. Comprobad
los intercomunicadores y dentro de dos horas nos reuniremos de nuevo en el
comedor. ¿De acuerdo? Pues en marcha.
***
Diciendo esto Philip dio
por concluida la reunión y se levantó de la mesa. Philip era, a sus treinta y
tres años, el mayor de los componentes del grupo; un hombre alto y delgado,
tenía el cabello negro y el rostro huesudo. No era atractivo, pero ya en el
período de entrenamiento destacó como líder natural de nuestro pequeño grupo.
Nadie dudó que él fuera el jefe de turno.
Al salir de la sala de
hibernación las tres parejas nos dirigimos a diferentes pasillos para cumplir
nuestra primera misión, que al contrario de lo que esperábamos, no era en
absoluto rutinaria.
Paul y yo no tuvimos que
recorrer un largo pasillo hasta llegar a la sala de hibernación número seis,
donde se encontraban las unidades del turno treinta y siete. En el exterior de
la sala un panel indicaba el estado de las unidades; todas desconectadas, en
teoría no había nadie hibernando dentro de la sala. Para cerciorarnos de ello
debíamos entrar, así que Paul comenzó a buscar los códigos de abertura de la
puerta.
***
Los trescientos
tripulantes del "Arca" estábamos emparejados. La mayoría lo hicimos
durante los años de formación y entrenamiento para la misión. Era un viaje sin
retorno, para colonizar un nuevo mundo; comenzar una nueva vida. Se decidió que
todos los tripulantes debían tener su pareja.
Al principio se especuló
con la idea de enviar una tripulación compuesta únicamente por mujeres. Ciento
cincuenta mujeres bastarían para colonizar el nuevo planeta. Sería una primera
generación matriarcal que gestaría a la siguiente generación planetaria
mediante una nutrida provisión de embriones y semen congelados.
Aunque la idea era muy
atractiva; se mantenía el potencial reproductivo disminuyendo a la mitad el
número de tripulantes, no se consideró apropiado un turno bianual con sólo tres
personas, y se discutió mucho sobre los efectos psicológicos que podía producir
en estas mujeres afrontar toda una vida sin parejas del otro sexo. Finalmente,
una milagrosa inyección de dinero al proyecto inclinó la decisión hacia la
alternativa de parejas.
Numerosos grupos
feministas pusieron el grito en el cielo, increpando a la organización de
machista y de atentar contra la libertad sexual, ya que durante la preselección
no se admitió el concurso de gais o lesbianas. Así que todos los candidatos
tuvimos que buscar nuestra pareja entre los miembros preseleccionados del otro
sexo. Yo, personalmente, no me sentí especialmente preocupada por el tema. Lo
consideré algo superfluo.
Siempre he sido de
carácter solitario. Durante mis años en la universidad no salí nunca con ningún
chico, y aunque sea un tópico decirlo, oportunidades no me faltaron. El
proyecto "Dispersión" era mi gran sueño; mi único sueño. Anhelaba la
idea de llegar a un mundo nuevo, virgen, lejos de los tumultos, donde cada
persona fuese importante, un lugar donde poder llevar a la vez una vida
sosegada y emocionante; pero sobre todo libre. Sin normas sociales, sin leyes
escritas, sin deberes impuestos, sin derechos adquiridos. Poder crear una
sociedad diferente, exenta de injusticias. ¿Qué importancia tenía quien fuese
mi pareja? Yo iba a tener hijos con él, pero también gestaría otros embriones
seleccionados. Juntos trabajaríamos para educar y formar a todos ellos. ¿No era
ese el deseo de todos los expedicionarios? ¿No pretendíamos crear una sociedad
utópica? Donde todos fuésemos felices. Y si el matrimonio no funcionaba siempre
podríamos deshacer nuestra unión libremente.
Conocí a Paul un año
antes de la partida. Ya entonces me atrajo su aire soñador, su rostro ovalado y
risueño. Siempre estaba bromeando, tenía la capacidad de hacer pequeños los
grandes problemas. Trabajamos juntos casi todo el último año.
Debido a la afinidad de
nuestras especialidades; él era licenciado en macroecología y yo en
bioingeniería; y a nuestro origen común, ambos éramos terrícolas y del
continente europeo, llegamos a congeniar bastante. Nació entre nosotros una
amistad sincera. Nuestro trato era afable, pero él nunca se insinuó, o quizás
yo no di pie a ello, debo reconocer que no soy una persona de trato fácil,
además de que siempre he rehuido de los hombres. Así que me sorprendió bastante
cuando un mes antes de la partida me pidió si quería ser su pareja:
-No podría pedírselo a
nadie más –me dijo con una sonrisa en sus labios.
-Hay muchas chicas para
elegir, y precisamente tú tienes candidatas de sobra –le contesté bajando la
mirada.
-Xena –me dijo él
cogiéndome las manos- mírame a los ojos y dime si no sientes algo especial por
mí. Dime que me equivoco y que me he enamorado de la mujer errónea. Si es así,
me alejaré de ti y no te molestaré más.
Estuve tentada a decirle
“Sí, te has enamorado de una mujer que no sabrá corresponderte como mereces” pero
mis manos temblaban entre las suyas, y su proximidad hacía que mi corazón
latiera con fuerza.
-Sí –dije con voz
apagada- sí, quiero ser tu pareja.
Cuando alcé la cara para
mirarle, él aprovechó para besarme en los labios. Fue el beso más dulce de mi
vida.
Por desgracia, aquel mes
fue trepidante, de una actividad desenfrenada. Paul y yo no tuvimos muchos
momentos de intimidad. La siguiente situación más apasionada que recuerdo fue
el beso de despedida antes de hibernar. Estábamos emparejados, pero no habíamos
consumado nuestra unión, todavía.
***
Setenta y seis años
después Paul intentaba abrir la puerta de acceso de la sala 6-SVA (suspensión
de vida asistida).
-Ya está -dijo mientras
la puerta presurizada comenzaba a abrirse. Ante nosotros apareció una estancia
idéntica a la nuestra. Con treinta y tantas unidades debidamente numeradas.
Los seis compartimientos
de los miembros del turno anterior estaban al final de la sala. Nos acercamos
sigilosos hasta las cabinas, como temiendo despertar a los durmientes de su
largo sueño.
Las unidades estaban
cerradas. Al comprobar el estado de la primera vimos que indicaba
"vacía". Hicimos un chequeo completo del sistema; la unidad parecía
funcionar perfectamente y todos los datos indicaban que el sistema SVA no
estaba en marcha.
Después de confirmar
varias veces todos los datos, Paul y yo decimos abrir la cabina y hacer una
última comprobación visual.
Debo confesar que no estaba
preparada para ver el horrible espectáculo que se escondía en su interior. La
cúpula se retiró lentamente dejando al descubierto el lecho que esperábamos
vacío. Pero, sobre él yacía el cuerpo calcinado de un hombre.
Grité. El espanto casi me
hizo perder la recién recuperada conciencia. ¡Un cadáver! Y horriblemente
quemado. ¿Qué había sucedido? ¿Quién lo había colocado allí? Multitud de
preguntas asaltaron mi trastornada mente mientras me abrazaba estremecida a
Paul.
Sentí latir su corazón
con fuerza, pero sus palabras fueron sosegadas:
-Tranquila, ahora debemos
comprobar las otras unidades.
Cuando ya me hube
serenado un poco, realicé una primera inspección ocular del cadáver mientras
Paul examinaba la siguiente cabina.
Se trataba de un hombre,
por la inscripción en la cúpula podía suponerse que era Luther, bioquímico del
turno anterior. Siempre y cuando aquel cuerpo correspondiese con la unidad. Era
difícil asegurar si llevaba mucho tiempo muerto; la estanqueidad de la cámara
de hibernación y la ausencia de microorganismos necrófagos en la nave podía
ralentizar enormemente el ritmo de descomposición.
El cadáver presentaba
múltiples heridas incisivas en todo el cuerpo, que rasgaban su uniforme por
doquier; parecía que había sufrido los efectos mortíferos de una explosión.
Deberíamos esperar a la autopsia posterior para saber con más certeza que le
había sucedido al pobre desdichado. Paul me avisó que estaba a punto de abrir
la segunda cabina.
Nos preparamos para lo
peor. Y, efectivamente, encontramos un segundo cadáver en su interior.
Este pertenecía a una
mujer joven y tenía varias heridas en el pecho. Sospechamos en seguida que
había sido asesinada con un arma blanca.
Abatidos, continuamos
nuestra macabra labor. Abrimos la tercera unidad, y apareció un tercer cadáver,
después el cuarto, quinto y sexto: toda la tripulación del turno anterior
había muerto.
El sexto cadáver, Abraham
según la inscripción, presentaba dos peculiaridades: Había muerto por asfixia;
parecía un suicidio, a menos que alguien lo hubiese metido con vida en la
unidad desconectada y luego la hubiese cerrado herméticamente. Además, tenía
junto a él un dispositivo láser de información.
Paul cogió el
dispositivo, y tras echar una última ojeada al improvisado cementerio,
decidimos informar a nuestros compañeros:
-Hemos encontrado a los
miembros del turno 37 –informó Paul por el intercomunicador.
-¿Dónde están? –Preguntó
Philip- ¿Qué les…
-Están todos muertos –le
interrumpió Paul- están dentro de las cabinas de hibernación.
Con la cámara de mi
aparato enfoqué el macabro espectáculo, para que mis compañeros se hicieran una
idea de la situación. Oí varios gritos apagados emitidos por Selma y Adelaida.
-Bien, vayamos todos
inmediatamente al punto de reunión –ordenó Philip. Y ambos nos encaminamos hacia
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ResponderEliminarEsta novela, junto a las otras dos de la colección ALIEN SPACE, las escribí a finales de los años ochenta (¡yo era jovencito!) y ahora las he recuperado para hacer esta colección. Por supuesto, tienen cierto aire clásico, no puede ser de otra manera, fueron escritas a mano (en la época de los primeros Commodore, ¡quién se acuerda!) por un joven lector de clásicos como Asimov y Bradbury. Yo las recuerdo con añoranza, y aquí las tenéis, con toda su simpleza, errores y encanto. Espero que os gusten.
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