Mi
compañero de celda está loco. Desde que llegó se pasa las noches sin dormir,
moviéndose en la litera y murmurando incongruencias sobre un cuadro. Durante el
día está taciturno, casi no habla con nadie y se comporta de forma extraña. No
es como la mayoría de los que estamos aquí; es un tipo de clase media, con
cultura, tenía un buen trabajo, un buen sueldo… y no anda enredado con drogas ni
otros rollos parecidos, según creo.
Ayer,
por primera vez en una semana, se sentó a mi lado en el patio. Sin decir nada,
callado y con la mirada fija en el suelo. De pronto, comenzó a susurrar algo. Tardé
un rato en comprender que me estaba explicando una historia. Su historia: